Ya sabes, de domingo

Algunos GIF relataban cíclicamente pasajes aislados con poca perspectiva. Otras panorámicas, sin embargo, abrían el campo de visión a costa de perder detalle de la escena. Por su parte los videos en 4K añadían resolución y audio al sketch, real como la vida misma. Todos en su conjunto, bien agitados con mucho hielo en la coctelera, serían servidos en nuestras memorias volátiles para su posterior recuerdo.

Marianito style.

En búsqueda del micro perdido, del recuerdo de antaño desafinando junto al futbolín, sus cuerdas vocales ansiaban actividad para marcar territorio. Diversas tarimas a lo largo y ancho del planeta fueron pisoteadas, sobre las que nunca volvió a crecer el césped. Pocos escenarios de escalón se resistieron a estos profesionales que se iniciaron en las nocheviejas frente al televisor de rayo catódico. Diferentes oyentes y barmans jaleaban y apreciaban la entrega del conjunto, manteniendo su estilo característico y caché impecable. Pero algo desconocido para ellos, pese a su dilatada experiencia, les haría replantearse su presente.

Guinda o no.

Sus zancadas de descompasaban, habían roto filas. Las pulseras inteligentes detectaban el pico de pulsaciones tras ver la luz al final del túnel. Rozaban el éxito, saboreaban los aplausos, resultaba difícil mantener la emoción de haber encontrado un local abierto, el antro perfecto, su tugurio ideal. Era el día del Señor, y su ángel de la guarda se hizo cargo de ellos. El lazarillo con flyers guiaría al rebaño al oscuro redil.

¿Qué clientela hay?